ciudad vieja/ciudad nueva

Ciudad vieja

Las ciudades europeas tienen difícil seguir creciendo en extensión, como ha sucedido en los últimos 150 años; por tanto, hay que regenerarlas, construirlas de nuevo sobre sí mismas, rehabilitarlas, restaurarlas y adaptarlas a las nuevas exigencias, sin perder nunca la idea básica: dar servicio y calidad de vida a sus habitantes.

La ciudad que logra sobrevivir a lo largo del tiempo se ha ido transformando y adaptando para suministrar los servicios que le demandan sus habitantes. La Smart City, o mejor ‘Ciudad Eficiente’, debe servir para un desarrollo urbano basado en la sostenibilidad. El camino a seguir debería estar marcado de pequeños pasos continuos hacia una mayor eficiencia, mediante la aplicación de la tecnología que necesitamos y seamos capaces de usar. Hay que reivindicar una ciudad más solidaria e integrada, menos sumida en los espejismos del verde y de la máquina, de la banalización de la naturaleza y el derroche de la técnica. El autor considera que quizás sea el momento de plantearnos reinventar la ciudad aprovechando todos los cambios que se avecinan o que ya están aquí.


Por Andrés Calderón

Arquitecto, AC arquitectura slp

1.- ANTECEDENTES

Definición: sustantivo. Cosa, hecho o circunstancia que es anterior a otra semejante o de su misma clase, a la que condiciona, influye o sirve de ejemplo.

La ciudad, por su naturaleza, es una creación que no puede reducirse a una sola circunstancia.

La mayoría de ciudades europeas tienen su origen en asentamientos romanos que se convertían en puntos de encuentro de campesinos y artesanos, para la adquisición de alimentos, herramientas, ropa y accesorios. Estos núcleos estaban situados en lugares estratégicos, puertos, cruces de caminos o ubicaciones geográficas singulares. Siempre con dos objetivos principales: el económico y el militar, para el control del territorio.

Los objetivos citados anteriormente implican que el emplazamiento de una ciudad es una cuestión delicada, y sobre todo de mucho ‘sentido común’. Aquellas ciudades que no acometían la función para lo que eran creadas caían en la decadencia, en el despoblamiento o en el abandono.

La ciudad que logra sobrevivir a lo largo del tiempo es porque se ha ido transformando y adaptando para suministrar los servicios que le demandan sus habitantes a lo largo de los años, y, para ello, tiene que adaptarse a las transformaciones sociales y tecnológicas que se han ido produciendo.

Una ciudad se ha considerado como tal cuando tiene una “comunidad de considerable magnitud y de elevada densidad de población, que alberga en su seno una gran variedad de trabajadores especializados, no agrícolas, amén de una élite cultural, intelectual” (Gideon Sjoberg).

 

2.- EVOLUCIÓN

Definición: sustantivo. Cambio o transformación gradual de algo.

Ciudad industrialLa ciudad medieval. Se caracteriza por su tamaño limitado, la homogeneidad relativa de su trama, la superposición de actividades y de grupos sociales, la integración de las infraestructuras y, finalmente, la continuidad espacial, visual y funcional. Evidentemente, estas características corresponden a una organización primitiva del aparato productivo (fabricación artesanal, etc.), a unas limitadas capacidades técnicas (distribución de agua, energía, etc.) y a una rígida separación social que permitía la coexistencia, perfectamente diferenciada, de grupos y clases sociales diversas. La función del planeamiento urbano es todavía mínima y se limita a ciertos controles higiénicos, a la regulación de la propiedad y a la salvaguarda de los requisitos defensivos.

La ciudad pre-industrial. La podemos situar en los siglo XVII-XIX. Las primeras ciudades o asentamientos industriales se ubicaban al lado de ríos o saltos de agua, utilizando esta como energía. El modelo eran colonias diseminadas en el territorio que poco a poco se fueron abandonando ante la dificultad en las comunicaciones y en el transporte, pero sobre todo al aparecer nuevas energías, como el vapor y posteriormente la electricidad, que permitían no depender de la ubicación para el acceso a las fuentes de energía. Sin embargo, hay excepciones como las colonias textiles en Catalunya, que han funcionado hasta entrado en siglo XX.

Comienza la tendencia al crecimiento indefinido, lo que implica la desaparición de sus barreras tradicionales (las murallas). La trama urbana comienza a diferenciarse: casco viejo, ensanches planeados, crecimiento periférico.

Este escenario impulsa la creación de nuevas ciudades industriales situadas en las cercanías de fuentes de energía o de materias primas, pero sobre todo en las redes de comunicación, ya sean terrestres o marítimas. Las ciudades existentes que necesitan un crecimiento y una adaptación a los nuevos tiempos plantean su desarrollo mediante ensanches con objeto de ampliar su capacidad de acogida a la población nueva.

Así pues, la Ciudad se convierte en residencia permanente de trabajadores especializados y en una fuente continua de innovaciones técnicas, desarrollando hasta nuestros días una serie de funciones claves:

  • Absorción del excedente agrícola de un entorno o «hinterland» rural al que domina
  • Foco de innovaciones técnicas y científicas al servicio de las actividades productivas primarias tales como agricultura, ganadería etc.; de las funciones de servicios internos como son hilados, tejidos, joyería y todo tipo de artesanías, y, finalmente, del propio mantenimiento y expansión del sistema de dominación.
  • Lugar privilegiado de los intercambios y del comercio: mercados, puertos, etc.
  • Sede de los poderes religioso, político y militar, con frecuencia íntimamente relacionados en las teocracias primitivas.

La ciudad industrial. La primera mitad del siglo xx, hasta la Segunda Guerra Mundial, es una etapa de transición entre la ciudad industrial «primitiva» que acabamos de describir y la formación de las extensas y multiformes áreas metropolitanas o ciudades difusas que caracterizan el paisaje contemporáneo.

Se inicia la separación físicas de ciertas actividades, en particular la industrial, debido a sus propias necesidades técnicas. Comienza una jerarquización del sistema viario: grandes avenidas y bulevares, ejes radiales, comienzo de la construcción de rondas y anillos, etc. La Revolución Industrial acaba con el espacio artesano superpuesto a la vivienda e instauró el espacio industrial, las nuevas reglamentaciones y la evolución técnica llevan el proceso a sus últimas consecuencias.

 

La Revolución Industrial acabó con el espacio artesano superpuesto a la vivienda e instauró el espacio industrial, las nuevas reglamentaciones y la evolución técnica

 

Estos cambios producen una gran aceleración en la evolución en la industria, y por tanto movimientos de población del ámbito rural al urbano.

La ciudad contemporánea. La rápida recuperación de la economía en la posguerra mundial da pie en Europa a los inicios de la configuración de las ciudades tal como las conocemos hoy. En la década de los años 50, y sobre todo en la de los 60, se determinan las características esenciales, la ciudad se configura definitivamente como el centro de la actividad económica, ante la pérdida acelerada de la importancia de la producción y la población de carácter rural. La industrialización se expande a la vez que se producen los primeros síntomas de ‘terciarización’ de la sociedad.

Como en etapas anteriores, la generalización de las innovaciones tecnológicas juega un papel crucial; se amplían las redes de transporte público: metro, tranvías, autobuses, ferrocarriles de cercanías, etc. Pero la verdadera revolución fue la progresiva masificación, en los países europeos más desarrollados, de la posesión y disfrute del automóvil privado, construyéndose para él redes viarias de gran capacidad.

Otra serie de modificaciones tecnológicas amplifican esta tendencia a la expansión del espacio urbano. Por una parte, los nuevos procesos productivos, que requieren desarrollos horizontales (se abandonan las estructuras de producción en vertical) y áreas cada vez más extensas; por otra, la generalización de los sistemas de comunicación a distancia (teléfono, télex, cable, etc.), que permite -aun antes de la revolución informática de 1970- la progresiva separación espacial entre los distintos segmentos de las organizaciones empresariales (líneas de producción diversificadas, cadenas de montaje, centros de administración y toma de decisiones, laboratorios y oficinas de diseño e investigación, etcétera).

Las principales intervenciones sobre el territorio que se producen en estas décadas suponen:

  1. Descentralización de la industria hacia espacios suburbanos con menos valor, aunque con buena accesibilidad.
  2. Las zonas residenciales comienzan la descentralización con el alejamiento de los centros urbanos clásicos. Esto se produce por varias causas:
  • La vivienda obrera no puede pagar los altos precios de las zonas céntricas, se desplazan a la periferia y con frecuencia cerca de las nuevas áreas industriales.
  • La vivienda de las clases medias o altas se desplazan a urbanizaciones de baja densidad cuya tipología más común es la vivienda aislada o pareada.

Así pues, la ciudad como motor económico y de encuentro tiene que orientar constantemente su desarrollo hacia la mejora de sus infraestructuras siempre y especialmente de cara al futuro, para dar servicio en función de su actividad de producción o especialización (administrativa, servicios, producción, centro de poder, etc). Tiene como características principales el crecimiento indefinido, no continuo y difuso, superponiéndose y destruyendo el espacio rural circundante, constituyendo lo que se ha dado en llamar ‘ciudad-territorio’, ‘conurbación’, ‘gran área metropolitana’.

Debido a su desarrollo acelerado, tiene diversidad en las distintas tramas correspondientes a diferentes actividades y grupos sociales, a la vez que homogeneidad en el interior de cada una. Por otro lado, una tendencia a la especialización de cada fragmento del territorio. El comercio, la actividad tradicionalmente más ligada y superpuesta a la vivienda, comienza a distanciarse debido a su creciente monopolización y redimensionamiento (supermercados, hipermercados, centros comerciales especializados, etcétera). En consecuencia, se realiza la diferenciación de las tramas; los cascos viejos se separan de los ensanches mediante bulevares de ronda; los ensanches, de los desarrollos ‘anárquicos’ del ‘extrarradio’ por medio de rondas exteriores o vías límites, etc.

Se construye un sistema viario altamente jerarquizado: autopistas interurbanas, autovías urbanas, ejes de núcleo o colectores primarios, vías secundarias, etc. Igualmente, se jerarquizan los equipamientos hospitalarios, educativos y los espacios verdes.

 

 El 70% de los edificios de nuestras ciudades tienen un promedio de 80 años. Hay que afrontar su rehabilitación, actualizándolos y hacerlos eficientes energéticamente

 

A modo de conclusión.- No se trata de negar la gran ciudad, sino de reivindicarla. De no caer, al menos teóricamente, en la disyuntiva de la ‘calidad de vida’ basada en la dispersión, en la urbanización indiferenciada del medio rural, en el recurso masivo al automóvil como único instrumento de relación entre las personas, en el consumo de ocio y el ocio consuntivo. Hay que reivindicar una ciudad más solidaria e integrada, menos sumida en los espejismos, contradictorios a la vez que complementarios, del verde y de la máquina, de la banalización de la naturaleza y el derroche de la técnica.

 

3.- PRESENTE

Definición: sustantivo. Época o tiempo en que se está cuando se habla, en oposición al pasado y al futuro.

Las ciudades europeas tienen difícil seguir creciendo en extensión, como ha sucedido en los últimos 150 años; por tanto, hay que regenerarlas, construirlas de nuevo sobre sí mismas, rehabilitarlas, restaurarlas y adaptarlas a las nuevas exigencias, sin perder nunca la idea básica: dar servicio y calidad de vida a sus habitantes.

Todo ello nos hace plantear una cuestión básica: ¿Qué modelo de ciudad y de territorio queremos o podemos hacer? ¿Ciudades en extensión o concentradas? La importancia de la tradición, de su emplazamiento y de sus medios será decisiva.

Quizás sea el momento de plantearnos reinventar la ciudad aprovechando todos los cambios que se avecinan o que ya están aquí.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que en un entorno como el actual, globalizado y donde la uniformidad prevalece, quizás haya ámbitos donde no es (o no debería) aplicarse este concepto, al menos de una forma general. Uno de estos ámbitos sería el urbanismo y la arquitectura, ya que estos representan una manera de entender la sociedad a partir de su implantación en el territorio, como consecuencia de sus condicionantes: orografía, clima, situación y tipo de economía. Me atrevería a asegurar que no hay soluciones globales para todas las ciudades.

Llegados a este punto, habría que recordar al profesor Jeremy Rifkin, economista y sociólogo, que plantea la tercera revolución industrial. Esta se produciría, como las anteriores, mediante el cambio de energía. Vislumbra un escenario donde los edificios se convertirán en micro-centrales eléctricas, en el que cada uno sea autosuficiente y produzca su energía; la introducción del hidrógeno como energía alternativa y sistemas complementarios de almacenamiento energético en los edificios (pilas o contenedores), para paliar el flujo intermitente de las energías renovables; cambio de uso de energía en el transporte y principalmente en los coches (eléctricos). La red será el instrumento de gestión de la energía y, por tanto, las grandes empresas se tendrán que reconvertir de productoras y suministradoras a gestoras de la energía en la red.

No debe ir muy desencaminado cuando recientemente la empresa TESLA ha presentado una batería para almacenar energía solar que se produciría en dos versiones, una para viviendas y otra para empresas. No olvidemos que esta compañía es fabricante de coches eléctricos.

Paralelamente a lo expuesto, habrá que tomar medidas alternativas que solucionen los déficits estructurales existentes en las ciudades, tales como creación de nuevas zonas verdes mediante la recuperación de las cubiertas de los edificios como zonas verdes de ámbito comunitario. El 70% de los edificios de nuestras ciudades tienen un promedio de 80 años. Hay que afrontar su rehabilitación, actualizándolos y hacerlos eficientes energéticamente.

Evidentemente no podemos saber cuáles de estas conjeturas se cumplirán, pero es seguro que pondrán en crisis conceptos actuales que parecen claros. (Ejemplos: la propiedad del automóvil, o la diferencia entre tiempo de desplazamiento y distancia).

 

Con la aplicación de las nuevas tecnologías debemos, ahora más que nunca, poner la ciudad al servicio del ciudadano

 

La utilización de los medios de transporte privados (coche) cada vez será menos operativa, tanto desde el punto de vista de tiempo como del coste. Actualmente, con los medios de transporte que existen hemos logrado ‘encoger’ el territorio, o tardamos apenas una hora en atravesar la ciudad en metro, cuando apenas hace 100 años para cubrir la misma distancia se tardaba un día.

Todo esto hace que tengamos que diferenciar dos tipos de tecnologías:

  • Eficaz. “Que tiene eficacia. Capacidad de lograr el efecto que se desea” (Definición del diccionario de la RAE)

Que produce el efecto esperado yendo bien para determinadas cuestiones. El Concorde, avión fantástico y lleno de última tecnología, era eficaz en su funcionamiento pero consumía muchísimo;, desapareció, no era rentable.

  • Eficiente. “Que tiene eficiencia. Capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinada” (Definición del diccionario de la RAE)

Que realiza o cumple su función a la perfección. Los aviones de hoy en día son más lentos pero mucho más eficientes; un ejemplo donde hay que utilizar la tecnología justa, la necesaria. El metro hace que podamos atravesar la ciudad de forma rápida y barata.

El arquitecto Renzo Piano diseñó un edificio para su estudio, situado frente al Mediterráneo en la ciudad de Génova, con un sistema de ventanas que se abrían en función de la brisa exterior, graduando la entrada de aire. Tuvo que anular el sistema, porque todas las personas no tienen las mismas necesidades.

La autoeficiencia energética de las ciudades es otro punto de los grandes ejes de transformación urbana. Por ejemplo, la planta de incineración de residuos del Fórum de Barcelona que, ya produce la electricidad necesaria para iluminar todo el espacio público de la ciudad.

Con estos ejemplos que hemos expuesto, pueden apreciarse las diferentes formas de aplicar la tecnología de forma eficaz o de forma eficiente.

 

Barcelona contemporánea

 

4.- PRESENTE CONTINUO

Los dispositivos móviles, las redes sociales, la realidad virtual, la información inmediata y global… Poco a poco, Internet ha tomado un protagonismo absoluto. Se están realizando nuevas formas de producir, de informar, de comunicar; en definitiva: de relacionarse. Y esto no hace más que empezar: sólo llevamos 20 años de Internet. Hoy día es inimaginable una sociedad sin ‘la red’.

La aparición de nuevas tecnologías aplicables al control y desarrollo de las infraestructuras de la ciudad, como son el transporte, los servicios, las comunicaciones y la energía, serán aún más decisivos para el nuevo cambio de modelo urbano que se avecina en nuestras ciudades. El nuevo eje de ‘crecimiento’ es la información. Con la aplicación de las nuevas tecnologías, debemos aprovechar estas circunstancias para, ahora más que nunca, poner la ciudad al servicio del ciudadano.

La Smart City, o mejor ‘Ciudad eficiente’, debe servir a un desarrollo urbano basado en la sostenibilidad, para responder adecuadamente a las necesidades básicas de sus habitantes. Un territorio o ciudad que se considere ‘inteligente’ se manifiesta en sectores claves hoy día, tales como el transporte, la energía, los residuos, la salud, la educación y la comunicación.Tengamos presente que esta idea de Smartcity es un camino a recorrer; no consiste simplemente en cablear la ciudad y en sustituir letreros. El camino a seguir debería estar marcado de pequeños pasos continuos hacia una mayor eficiencia, mediante la aplicación de la tecnología que necesitamos y seamos capaces de usar.

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