La nueva onda comunicativa

Sistema Contactless

Cuando imaginamos las ciudades del futuro, más allá de coches voladores y casas domotizadas hay algo que aparece en cualquier imaginario: la interactuación con el entorno a través del ‘smartphone’. Pero, en tanto que los coches circulen ‘volando’ sobre el suelo es aún incierto, lo que ya es una realidad es que cada día nos relacionamos más en nuestro día a día a través del teléfono móvil.

Por Irene Jiménez, Responsable de Comunicación en Codigonexo

En una sociedad que cada vez demanda más soluciones a través de la pantalla de nuestro teléfono móvil, han ido proliferando soluciones tecnológicas para derivar acciones hacia esa interactuación. Los rayos infrarrojos o el BlueTooth fueron una primera forma de intercambio de información entre dispositivos, pero, sin posibilidad de guardar información, pronto quedaron obsoletos. Después, los códigos QR supusieron un plus en la interactuación: una persona pasaba un dispositivo inteligente sobre el cuadrado de píxeles y accedía así a un contenido concreto. No obstante, desde su planteamiento se demostraron no completamente funcionales: hacemos que el usuario tenga que descargar en su teléfono una aplicación, y el proceso de lectura del código es lento y muy sensible a fallos.

Desde hace pocos años venimos asistiendo a una nueva llamada a la acción mediante un dispositivo mucho más revolucionario: la Tecnología NFC, la tecnología que va a condicionar la relación persona-medio en el siglo XXI.

Aunque lentamente, cada vez encontramos un mayor nivel de penetración de estos chips en nuestro entorno. Actualmente está totalmente integrada en sociedad, aunque la mayoría de las personas que la usan a diario no conocen siquiera las siglas NFC (Near Field Communication; comunicación de campo cercano, en español).

Muchos de nosotros pagamos en comercios con tarjetas bancarias contactless, que efectúan la transacción simplemente pasando la tarjeta ante el lector. Y en ciudades españolas como Málaga o Valencia ya es posible acceder al transporte público pagando el billete con el teléfono. Aunque son los usos más habituales, los pagos no son los únicos. Recientemente se presentó en Barcelona una propuesta de optimización de recursos basada en la implementación de estos chips: profundizar en el concepto de Smart City etiquetando los contenedores de basura con NFC para que sea el ciudadano el que, al ver el contenedor lleno o con desperfectos, pase su teléfono por delante y deje constancia en el ayuntamiento de la incidencia. Con el big data que arroja una iniciativa así, es posible optimizar los recursos públicos rediseñando mejor la ruta de recogida de basura, en función de los contenedores que se llenan antes, y detectar zonas en las que es habitual encontrar desperfectos o irregularidades.

El DNI 3.0

España está apostando por la tecnología que va a condicionar el siglo XXI, pero el desconocimiento existe aún entre la ciudadanía sobre las posibilidades que ofrece una Smart City frena su desarrollo. A lo largo de 2015, en numerosas provincias españolas se empezó a expedir el DNI 3.0, que incluye un chip NFC en su interior. En 2016 irá implantándose progresivamente en el resto de ciudades del país. Sin embargo, a pesar de ser un país puntero en la integración del chip más seguro que existe en nuestra identificación personal, la administración española todavía no ha impulsado ninguna aplicación para darle utilidad al cambio.

Esta tecnología ya se usa para crear sistemas de optimización de recursos. El grupo Inditex, por ejemplo, etiqueta su almacén con chips para llevar el control de qué cargamento llega, cuándo sale a la tienda y cuánto tarda en venderse.

En los festivales de música, donde el público masivo es joven y más propicio a entornos tecnológicos, es habitual encontrar que el control de accesos y los pagos se llevan a cabo a través de una pulsera recargable. Pulseras que cada vez dan más opciones, como compartir información del asistente entre su muñeca y un teléfono móvil de otra persona.

Y en marketing, donde no dejan de surgir tendencias de renovación en la forma de llegar al consumidor final, ya se usan también chips NFC interactivos en numerosas acciones que se han demostrado más eficaces que las formas tradicionales.

¿Por qué en estos sectores se integran con naturalidad soluciones basadas en Tecnología NFC y a esa Smart City que imaginamos le cuesta tanto? Es innegable desde luego que los números, los análisis estadísticos y las mediciones son la clave para ver que una iniciativa funciona. Y el big data que arroja la interacción con un chip NFC siempre deja huella, un registro en el que se van incluyendo de forma automática cada una de las activaciones que se hace de él.

El papel del ciudadano

Quizá sea que nuestra sociedad aún no acaba de estar del todo preparada, o que nuestras esferas de poder, la que toma las grandes decisiones, no acaban de estarlo. Porque lo cierto es que, a nivel de usuario, cada vez se conoce más y se utiliza la tecnología NFC. Y desde el punto de vista profesional, es innegable también que es la tecnología del mañana, la que va a permitir ese futuro del imaginario colectivo: abrir la puerta de casa con el móvil, pagar con él el transporte público, acceder a la oficina activando el acceso a través del teléfono, dejar constancia así de la hora de llegada y salida, ampliar información de productos pasando la pantalla por delante de una etiqueta,…

Si ya usamos a diario la tecnología del futuro, ¿qué nos falta para llegar a la Smart City que imaginábamos?

2016: lo que está por venir

Si 2015 fue el año de irrupción de esta tecnología en nuestras rutinas, 2016 será seguramente el de su integración naturalizada. Este año ya se expedirá en todo el país el nuevo DNI 3.0, ya está presente en la mayoría de las ciudades. Y se espera que sea cuando la administración licite una convocatoria para empezar a desarrollar aplicaciones que le den utilidad al chip NFC que incluye.

También es el año de asentamiento de las tarjetas de pago sin contacto físico o contactless. Los lectores de tarjetas de la mayoría de los comercios ya leen esos chips. Por su parte, los relojes inteligentes o smartwatches, regalo estrella de las pasada Navidades, también vienen preparados para pasar la información del reloj al teléfono y viceversa.

Pero lo que sin duda va a acabar de integrar la NFC son las aplicaciones de control de accesos y pagos para los teléfonos móviles. Que podamos usar nuestro dispositivo como llave de casa, como control para fichar en la oficina, o pagar en el transporte público. Y eso lo veremos en este 2016. Aunque la mayoría de los teléfonos ya lo permiten, será previsiblemente en septiembre, con la presentación del nuevo iPhone 7, cuando Apple abrirá su chip a la interacción democratizando así la interacción con nuestro entorno de forma directa a través del teléfono.

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Los orígenes

Como la mayoría de los avances tecnológicos, la tecnología NFC tiene su origen en un desarrollo bélico. Durante la II Guerra Mundial, los aliados desarrollaron un sistema de radiofrecuencia para identificar sus aviones desde tierra. Este sistema de comunicación por ondas se llamó RFID, sistema que aún hoy en día sigue en uso y que básicamente es una tecnología de comunicación inalámbrica, de corto alcance y alta frecuencia, que permite el intercambio de datos entre dispositivos. La NFC sería algo así como la ‘hermana pequeña’ de la RFID, ya que si el funcionamiento es el mismo, cambia la direccionalidad y el control de la onda: se hace necesario que el dispositivo que la emite y el lector que la recibe se encuentren a una distancia máxima de 10 centímetros para que se produzca la comunicación. Así se evitan fallos que puedan surgir por interceptar la frecuencia, y también la posibilidad de ser clonada. 

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